Relato III

jueves, 7 de agosto de 2014


Vagabunda

-B
uf, que calor. ¿De verdad que esto es necesario?- No dejaba de quejarme, colocando bien la capucha para que no se volviera a caer. Aparte de ser incómoda y áspera, con aquella larga capa roja parecía esa chica que tenía que escapar de un licántropo llamado Feroz.

-Sabes que sí, ahora mismo eres la persona más buscada de los doce mundos.- Respondió con gran paciencia, caminando hábilmente entre las resbaladizas rocas.-Así que intenta no llamar la atención.


Después de que Sael pulsara la runa que había inscrito en el pecho del Gólem, este encogió hasta tornarse del mismo tamaño que la palma de su mano. Acto seguido tomamos la ruta que atravesaba la Sierra del Resbalón (sí… no se quebraron mucho la cabeza con el nombrecito), y que conducía a la ciudad portuaria de Allende.
-Aguanta un poco, en cuanto lleguemos buscaremos al mejor cirujano.- Me animaba mientras me entregaba un poco de queso que llevaba en el zurrón.-Lo que hay que ir pensando es cómo podemos pagarle sin llevar ni un triste Pellizco[1] encima.
Lo peor de tener que esquivar cientos de rocas afiladas, y estar pendiente de (valga la redundancia) no resbalarme, era hacerlo todo con una sola mano. Y además con esa odiosa sensación del miembro fantasma… ¡si incluso creía sentir mis dedos moverse! Era algo para volverse completamente loca.
-Mierda.- Despotriqué al caerme al suelo, cuando intentaba apoyarme en una roca con las inexistentes falanges de mi mano izquierda.
«Hoy no estoy para bromas.»- Me dije apretando fuertemente los dientes, al tiempo que me incorporaba con presteza. No se iba a seguir retrasando la marcha por mi causa.- «Así que deja de intentar herirme en mi orgullo. »- Añadí mirando la herida.-  «Con la tercera caída, aprendí que no sirve para nada.»
No sería la mejor ruta para una lisiada, pero, aparte de algún que otro pastor con su rebaño, no era muy transitada por lo que podíamos seguir el viaje ocultas de nuestros perseguidores.
-¿Estás bien?- Me preguntó igual de alarmada que las otras veces, corriendo hasta donde me encontraba.-Déjame verla.
-Tranquila, no hace falta. Estoy bien.- No dejaba de excusarme, apartando rápidamente la mano.
-¡No seas cabezota! ¡¿Eh?!
-¡¿A qué ha venido la colleja?!
-Anda, trae.- Me ordenó con dureza, desenvolviendo hábilmente las telas con sus callosas manos.-Maldita sea.
A pesar de mis inútiles intentos durante esos días por ocultarle el estado de la lesión, finalmente descubrió la gravedad de esta: la infección se había extendido, tornando el miembro tan rojo y palpitante como un pequeño corazón. El dolor afloraba, a través de una afilada y desgarradora punzada, con cada movimiento y con cualquier cosa que la rozara, incluidas las telas.
-Tenemos que darnos prisa.- Anunció decidida, tras limpiarme la herida con agua y cambiar el vendaje.

Sin apenas pararnos a descansar, al atardecer llegamos exhaustas y llenas de agujetas hasta un pequeño pueblo que había en un pequeño claro.

Deviantart by Anotherwanderer

-¡Por fin!- Suspiré aliviada cuando nos sentamos a una de las mesas de la taberna.-Estoy tan entumecida que ni siquiera me siento el trasero.
-Lo mismo digo.- Me secundó, agotada, con la cabeza apoyada sobre el tablero de madera.
Al escuchar el rugido de nuestros vacíos estómagos, nos apresuramos en acallarlos con estofado de pollo y vino para Sael, y para mí una jarra de hidromiel con jabalí asado y una hoya de carrillada con mucho laurel (¡mi favorito!): ya sabéis, no habría heredado la regeneración de la raza de mi padre, pero sí su apetito voraz.
-¡AAAAAUUUU! ¡Qué bueno estaba!- Anuncié sonriente recargada contra la silla, completamente saciada.
-Me alegra ver que estás en plena forma, pero intenta no sonreír tanto. Tus dientes no es que pasen desapercibidos.- Me advirtió, recordándome que mis fauces podían llamar la atención de los presentes.-En fin, será mejor descansar un poco antes de salir corriendo.
-¿Qué?
-Claro, ya te he dicho que no tengo nada de dinero.- Respondió como si nada con ambas manos apoyadas en la nuca, al tiempo que se balanceaba despreocupadamente sobre las dos patas traseras de la silla.-Así que, en cuanto todos estén borrachos y entretenidos con la música, saldremos discretamente por la puerta principal.
-¡Estás completamente loca!- Rugí, exasperada de aquel optimismo suicida que acompañaba siempre a Sael.-Nos van a pillar, descuartizar y luego le entregarán nuestros prófugos restos a la guardia.
-Puaj, que sádicos.- Se limitó a decir con fingida repugnancia, mirando al techo con una media sonrisa.-No te alarmes tanto, ¿de acuerdo? Yo lo he hecho unas cuantas veces, ya verás lo fácil que es hacer un Sin Pa.
-¡¿Le has puesto nombre?!
Pero aquel grito de sorpresa quedó ahogado por otro de ira: el fornido tabernero no dejaba de zarandear a una pequeña niña de cinco años.
-¡Maldita niñata!- No dejaba de increparla oprimiendo con todas sus fuerzas su frágil muñeca.- ¡Tú eres esa odiosa gatita que me ha estado robando! 
-Perfecto, esto es justamente lo que necesitábamos.
Y siguiendo las indicaciones de Sael, aprovechamos que todos estaban distraídos con la escena para irnos. Aunque para mí no fue tan fácil…
-¡Cuidado! La gatita tiene uñas.- Comentó uno de los presentes al ver cómo la niña se defendía de su opresor golpeándolo, arañándolo e incluso mordiéndolo mientras los demás se carcajeaban.
 Esa pobre chiquilla presentaba una alarmante desnutrición, su blanca piel quedaba oculta bajo ennegrecidas capas de mugre, pero a pesar de su desordenado cabello podían admirarse sus llamativos ojos tan puros como la plata.
-¡Eh, asqueroso matón! ¡Déjala en paz!- Le ordené airada volviéndome hacia él, cuando escuché el quejido de la niña al crujirle la muñeca.
-No, si me lo veía venir.- Pude captar el leve susurro de Sael, que se encontraba en el exterior junto a la puerta.
«Mierdaaaaa... Soy una idiota sin cerebro.»
-Eh, n… no me parece bien que la trate así.- Tartamudeé bajando la mirada.-Si le parece bien, yo… yo pagaré todo lo que haya robado.
-Ahora la loca eres tú, orejas puntiagudas.- Volvió a murmurar, sabiendo que podía escucharla.-Espero que tengas algún plan.
-Se lo suplico, perdónela. Es mi hermana.
«¡Toma trola!»
-Desde que nuestros padres murieron, mi hermana no ha vuelto a ser la misma. Se ha vuelto introvertida, siempre parece que está huyendo de algo… no sé… cuant… cuanto tiempo llevo buscándola.- Continué compungida y cuerpo tembloroso, para sorpresa de todos los presentes, incluida la pequeña.
Conmovido por mis fingidas lágrimas el embrutecido tabernero soltó de mala gana a la niña, quien confundida se dirigió con paso lento e inseguro hasta donde me encontraba.
-¡Oh, hermanita! Gracias al cielo que estás bien.- La abracé emotivamente.-Agárrate a mi cuello.- Le susurré al tiempo que la sostenía con el brazo derecho y me incorporaba.-Muchas gracias…
-Sí, sí. Me da igual lo que hagáis, lo único que quiero es el dinero que me ha hecho perder esa niñata.- Me interrumpió mostrando la palma de su mano, instándome a que le pagara.
-Lo entiendo.- Respondí con una media sonrisa tensando cada uno de mis músculos, preparándome para lo que estaba a punto de ocurrir.- ¡Es la hora del Sin Pa!
Fue la primera vez que utilicé mis sobrehumanas habilidades al 100%. En un abrir y cerrar de ojos había salido de la taberna, llevándome por delante a todos aquellos que quisieron detenerme, y parándome tan solo un escaso segundo para que Sael se subiera a mi espalda. No dejé de correr hasta que caí agotada, a causa del peso de mis dos pasajeras y al no estar acostumbrada a utilizar mis habilidades a ese nivel.
-¡Genial! ¡Menudo viaje!- Exclamó Sael entre exaltados saltos por el subidón de adrenalina.-En serio, tenemos que repetirlo.

Aunque había una persona que no pensaba lo mismo.

-¡Imbécil!- Me gritó la niña iracunda.
-De nada, ¿eh?- Me limité a responder entre profundas bocanadas de aire, tumbada sobre la fresca hierba del bosque en el que me había adentrado.
-¡No necesitaba tu ayuda! ¡Sé valerme por mí misma!
-Claro, renacuaja. Supongo que tan sólo estabas dándole un poco de ventaja a ese bruto para luego darle una paliza, ¿no?- Le encaró mi amiga con tono sarcástico, inclinándose a pocos centímetros de su rostro con los brazos en jarra.
Incapaz de encontrar ninguna palabra con la que responderle, la niña optó por emitir un ofuscado bufido y adentrarse en las profundidades del bosque entre sonoros pisotones.
-¡Niña! ¡Niña!- La llamaba con gran preocupación intentando levantarme, pero una escalofriante punzada recorrió todo mi cuerpo dejándome allí paralizada: sentía como si tuviera todos los músculos completamente desgarrados.
-Déjala, ya volverá cuando se trague su orgullo.- Le quitó importancia, volviendo a agrandar el Gólem para que, como todas las noches, durmiéramos en su interior. Menos mal que la gigantesca estructura quedaba oculta por los árboles.- Cría desagradecida.- Añadió molesta, cogiéndome por la cintura y pasando uno de mis brazos por encima de sus hombros.
-Jajajaja, no digas eso. Ha sido muy divertido, ¿quién diría que al final saldría todo tan bien?- Dije entre risas caminando pesadamente hacia el Gólem.-Es fantástico.
-¿El qué?- Preguntó, mirándome de reojo con curiosidad.
-Lo que puedo hacer. No sabía que pudiera correr tanto como el viento, que tuviera tanta agilidad para esquivar cualquier obstáculo, la fuerza para destruirlo… La destreza de los hijos de la naturaleza.- Le expliqué como buenamente pude admirando el inmenso cielo estrellado, por primera vez sintiéndome completamente feliz:

Los barrotes de mi jaula habían desaparecido, ahora tan solo existía un nuevo mundo que estaba deseando explorar.

 
Deviantart by Dustgraph








[1] La moneda de menor valor en el  Tercer Mundo.

2 comentarios:

  1. Hi, hi! Me ha encantado esta tercera parte.

    ¡Sigue así, Xio! ¡Lo vas haciendo genial! Pero acuérdate de que tienes otro proyecto de mayor importancia entre manos.

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