Vagabunda
-B
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uf, que calor. ¿De
verdad que esto es necesario?- No dejaba de quejarme, colocando bien la capucha
para que no se volviera a caer. Aparte de ser incómoda y áspera, con aquella
larga capa roja parecía esa chica que tenía que escapar de un licántropo
llamado Feroz.
-Sabes
que sí, ahora mismo eres la persona más buscada de los doce mundos.- Respondió
con gran paciencia, caminando hábilmente entre las resbaladizas rocas.-Así que
intenta no llamar la atención.
Después de que Sael pulsara la runa que había inscrito en el pecho del Gólem, este encogió hasta tornarse del mismo tamaño que la palma de su mano. Acto seguido tomamos la ruta que atravesaba la Sierra del Resbalón (sí… no se quebraron mucho la cabeza con el nombrecito), y que conducía a la ciudad portuaria de Allende.
-Aguanta
un poco, en cuanto lleguemos buscaremos al mejor cirujano.- Me animaba mientras
me entregaba un poco de queso que llevaba en el zurrón.-Lo que hay que ir
pensando es cómo podemos pagarle sin llevar ni un triste Pellizco[1] encima.
Lo
peor de tener que esquivar cientos de rocas afiladas, y estar pendiente de
(valga la redundancia) no resbalarme, era hacerlo todo con una sola mano. Y
además con esa odiosa sensación del miembro fantasma… ¡si incluso creía sentir
mis dedos moverse! Era algo para volverse completamente loca.
-Mierda.-
Despotriqué al caerme al suelo, cuando intentaba apoyarme en una roca con las
inexistentes falanges de mi mano izquierda.
«Hoy
no estoy para bromas.»- Me dije apretando fuertemente los dientes, al tiempo
que me incorporaba con presteza. No se iba a seguir retrasando la marcha por mi
causa.- «Así que deja de intentar herirme en mi orgullo. »- Añadí mirando la
herida.- «Con la tercera caída, aprendí
que no sirve para nada.»
No
sería la mejor ruta para una lisiada, pero, aparte de algún que otro pastor con
su rebaño, no era muy transitada por lo que podíamos seguir el viaje ocultas de
nuestros perseguidores.
-¿Estás
bien?- Me preguntó igual de alarmada que las otras veces, corriendo hasta donde
me encontraba.-Déjame verla.
-Tranquila,
no hace falta. Estoy bien.- No dejaba de excusarme, apartando rápidamente la
mano.
-¡No
seas cabezota! ¡¿Eh?!
-¡¿A
qué ha venido la colleja?!
-Anda,
trae.- Me ordenó con dureza, desenvolviendo hábilmente las telas con sus
callosas manos.-Maldita sea.
A
pesar de mis inútiles intentos durante esos días por ocultarle el estado de la
lesión, finalmente descubrió la gravedad de esta: la infección se había
extendido, tornando el miembro tan rojo y palpitante como un pequeño corazón.
El dolor afloraba, a través de una afilada y desgarradora punzada, con cada
movimiento y con cualquier cosa que la rozara, incluidas las telas.
-Tenemos
que darnos prisa.- Anunció decidida, tras limpiarme la herida con agua y
cambiar el vendaje.
Sin
apenas pararnos a descansar, al atardecer llegamos exhaustas y llenas de
agujetas hasta un pequeño pueblo que había en un pequeño claro.
Deviantart by Anotherwanderer |
-¡Por
fin!- Suspiré aliviada cuando nos sentamos a una de las mesas de la
taberna.-Estoy tan entumecida que ni siquiera me siento el trasero.
-Lo
mismo digo.- Me secundó, agotada, con la cabeza apoyada sobre el tablero de
madera.
Al
escuchar el rugido de nuestros vacíos estómagos, nos apresuramos en acallarlos
con estofado de pollo y vino para Sael, y para mí una jarra de hidromiel con
jabalí asado y una hoya de carrillada con mucho laurel (¡mi favorito!): ya
sabéis, no habría heredado la regeneración de la raza de mi padre, pero sí su
apetito voraz.
-¡AAAAAUUUU!
¡Qué bueno estaba!- Anuncié sonriente recargada contra la silla, completamente
saciada.
-Me
alegra ver que estás en plena forma, pero intenta no sonreír tanto. Tus dientes
no es que pasen desapercibidos.- Me advirtió, recordándome que mis fauces
podían llamar la atención de los presentes.-En fin, será mejor descansar un
poco antes de salir corriendo.
-¿Qué?
-Claro,
ya te he dicho que no tengo nada de dinero.- Respondió como si nada con ambas
manos apoyadas en la nuca, al tiempo que se balanceaba despreocupadamente sobre
las dos patas traseras de la silla.-Así que, en cuanto todos estén borrachos y
entretenidos con la música, saldremos discretamente por la puerta principal.
-¡Estás
completamente loca!- Rugí, exasperada de aquel optimismo suicida que acompañaba
siempre a Sael.-Nos van a pillar, descuartizar y luego le entregarán nuestros
prófugos restos a la guardia.
-Puaj,
que sádicos.- Se limitó a decir con fingida repugnancia, mirando al techo con
una media sonrisa.-No te alarmes tanto, ¿de acuerdo? Yo lo he hecho unas
cuantas veces, ya verás lo fácil que es hacer un Sin Pa.
-¡¿Le
has puesto nombre?!
Pero
aquel grito de sorpresa quedó ahogado por otro de ira: el fornido tabernero no
dejaba de zarandear a una pequeña niña de cinco años.
-¡Maldita
niñata!- No dejaba de increparla oprimiendo con todas sus fuerzas su frágil
muñeca.- ¡Tú eres esa odiosa gatita que me ha estado robando!
-Perfecto,
esto es justamente lo que necesitábamos.
Y
siguiendo las indicaciones de Sael, aprovechamos que todos estaban distraídos
con la escena para irnos. Aunque para mí no fue tan fácil…
-¡Cuidado!
La gatita tiene uñas.- Comentó uno de los presentes al ver cómo la niña se
defendía de su opresor golpeándolo, arañándolo e incluso mordiéndolo mientras
los demás se carcajeaban.
Esa pobre chiquilla presentaba una alarmante
desnutrición, su blanca piel quedaba oculta bajo ennegrecidas capas de mugre,
pero a pesar de su desordenado cabello podían admirarse sus llamativos ojos tan
puros como la plata.
-¡Eh,
asqueroso matón! ¡Déjala en paz!- Le ordené airada volviéndome hacia él, cuando
escuché el quejido de la niña al crujirle la muñeca.
-No,
si me lo veía venir.- Pude captar el leve susurro de Sael, que se encontraba en
el exterior junto a la puerta.
«Mierdaaaaa...
Soy una idiota sin cerebro.»
-Eh,
n… no me parece bien que la trate así.- Tartamudeé bajando la mirada.-Si le
parece bien, yo… yo pagaré todo lo que haya robado.
-Ahora
la loca eres tú, orejas puntiagudas.- Volvió a murmurar, sabiendo que podía
escucharla.-Espero que tengas algún plan.
-Se
lo suplico, perdónela. Es mi hermana.
«¡Toma
trola!»
-Desde
que nuestros padres murieron, mi hermana no ha vuelto a ser la misma. Se ha
vuelto introvertida, siempre parece que está huyendo de algo… no sé… cuant…
cuanto tiempo llevo buscándola.- Continué compungida y cuerpo tembloroso, para
sorpresa de todos los presentes, incluida la pequeña.
Conmovido
por mis fingidas lágrimas el embrutecido tabernero soltó de mala gana a la
niña, quien confundida se dirigió con paso lento e inseguro hasta donde me
encontraba.
-¡Oh,
hermanita! Gracias al cielo que estás bien.- La abracé emotivamente.-Agárrate a
mi cuello.- Le susurré al tiempo que la sostenía con el brazo derecho y me
incorporaba.-Muchas gracias…
-Sí,
sí. Me da igual lo que hagáis, lo único que quiero es el dinero que me ha hecho
perder esa niñata.- Me interrumpió mostrando la palma de su mano, instándome a
que le pagara.
-Lo
entiendo.- Respondí con una media sonrisa tensando cada uno de mis músculos,
preparándome para lo que estaba a punto de ocurrir.- ¡Es la hora del Sin Pa!
Fue
la primera vez que utilicé mis sobrehumanas habilidades al 100%. En un abrir y
cerrar de ojos había salido de la taberna, llevándome por delante a todos
aquellos que quisieron detenerme, y parándome tan solo un escaso segundo para
que Sael se subiera a mi espalda. No dejé de correr hasta que caí agotada, a
causa del peso de mis dos pasajeras y al no estar acostumbrada a utilizar mis
habilidades a ese nivel.
-¡Genial!
¡Menudo viaje!- Exclamó Sael entre exaltados saltos por el subidón de
adrenalina.-En serio, tenemos que repetirlo.
Aunque había una persona que no pensaba lo mismo.
-¡Imbécil!-
Me gritó la niña iracunda.
-De
nada, ¿eh?- Me limité a responder entre profundas bocanadas de aire, tumbada sobre
la fresca hierba del bosque en el que me había adentrado.
-¡No
necesitaba tu ayuda! ¡Sé valerme por mí misma!
-Claro,
renacuaja. Supongo que tan sólo estabas dándole un poco de ventaja a ese bruto
para luego darle una paliza, ¿no?- Le encaró mi amiga con tono sarcástico,
inclinándose a pocos centímetros de su rostro con los brazos en jarra.
Incapaz
de encontrar ninguna palabra con la que responderle, la niña optó por emitir un
ofuscado bufido y adentrarse en las profundidades del bosque entre sonoros pisotones.
-¡Niña!
¡Niña!- La llamaba con gran preocupación intentando levantarme, pero una
escalofriante punzada recorrió todo mi cuerpo dejándome allí paralizada: sentía
como si tuviera todos los músculos completamente desgarrados.
-Déjala,
ya volverá cuando se trague su orgullo.- Le quitó importancia, volviendo a
agrandar el Gólem para que, como todas las noches, durmiéramos en su interior.
Menos mal que la gigantesca estructura quedaba oculta por los árboles.- Cría
desagradecida.- Añadió molesta, cogiéndome por la cintura y pasando uno de mis
brazos por encima de sus hombros.
-Jajajaja,
no digas eso. Ha sido muy divertido, ¿quién diría que al final saldría todo tan
bien?- Dije entre risas caminando pesadamente hacia el Gólem.-Es fantástico.
-¿El
qué?- Preguntó, mirándome de reojo con curiosidad.
-Lo
que puedo hacer. No sabía que pudiera correr tanto como el viento, que tuviera
tanta agilidad para esquivar cualquier obstáculo, la fuerza para destruirlo… La
destreza de los hijos de la naturaleza.- Le expliqué como buenamente pude
admirando el inmenso cielo estrellado, por primera vez sintiéndome
completamente feliz:
Los barrotes de mi jaula habían desaparecido, ahora tan solo
existía un nuevo mundo que estaba deseando explorar.
Hi, hi! Me ha encantado esta tercera parte.
ResponderEliminar¡Sigue así, Xio! ¡Lo vas haciendo genial! Pero acuérdate de que tienes otro proyecto de mayor importancia entre manos.
Coincido. Y con elemento humoristico.
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