Diario de Sael, la Tecno-Maga.
1
Día 8 de la Novena Luna Llena:
Parecía un nuevo día, como otro
cualquiera, en nuestro precipitado viaje en busca de un médico que pudiera
curar la supurante herida de Aulladora. Por desgracia, cuando escapamos de
aquella taberna de mala muerte con Kitty (como se niega a decirnos su nombre, decidí
bautizar así a esa niñata sabionda que se nos ha encaramado), descubrí que mi insólita
amiga tiene un pésimo sentido de la orientación.
-¡¿Cómo que nos hemos perdido?!
-Lo que oyes.- Me limité a decir con
suma tranquilidad, liderando nuestra pequeña comitiva con ayuda de mi brújula.-Qué
le vamos a hacer si en vez de correr hacia el suroeste lo has hecho hacia el
noreste.
-Y no contenta con eso, nos has metido
en este interminable bosque.- Puntualizó Kitty, caminando con desgana.- ¿Quién
me mandaría a mí unirme a dos “peligrosas” fugitivas?
Desde que nos pusimos en marcha con el
amanecer, estuvimos caminando entre los laberínticos y frondosos árboles con la
pequeña esperanza de encontrar pronto la salida. Pero esta fue poco a poco
extinguiéndose con el pasar de las horas.
-L… lo siento, Sael.- Se disculpó
Aulladora entre pequeños escalofríos.
Si no encontrábamos pronto a alguien
que pudiera curarla no aguantaría mucho tiempo más. La herida había empeorado
de tal manera que el penetrante hedor a putrefacción era del todo insoportable,
al tiempo que unas altísimas fiebres la habían comenzado a asediar desde el extraordinario esfuerzo que
hizo la noche anterior.
-No pasa nada.- Le quité importancia
con una sonrisa, mientras iba hacia ella para ayudarla a caminar apoyándose en
mí.-Bueno, yo no sé vosotras pero las tripas me suenan desde hace al menos una
hora. Así que propongo que hagamos un pequeño descanso junto a ese montículo de
rocas. ¿Qué me decís?
Deviantart by Robinhalioua |
De esa forma nos dispusimos a comer el almuerzo. Menos mal
que tenía una buena reserva escondida en la despensa de Cartulino (¿qué pasa?
Así es como se llama mi gólem), además de lo que había podido robar en la
posada, cuando todos estaban distraídos con la magnífica interpretación de
Aulladora.
-Venga, tienes que comer algo.- Le
advertí por tercera vez, ofreciéndole un poco de cecina.
-No… no es suficiente.- Rehusó en un
gutural susurro, abrazándose fuertemente los brazos mientras se balanceaba
constantemente adelante y atrás.
-Dámelo a mí si no quiere.- Dijo la
vagabunda con voz prepotente.-Es un engorro comer solo pan y queso.
-¡Cállate!- Le ordené airada, buscando
suplicante que Aulladora me devolviera la mirada. Pero sus ojos tan solo sabían
mirar con gesto extraviado al infinito.
-Necesito carne… necesito sangre…
Estaba delirando.
-Aulladora… Aulladora, mírame.- Le
pedí, sintiendo cómo el pánico se estaba apoderando de mí.- ¡El agua!- Añadí,
instando a Kitty que me pasara la cantimplora, para luego verterla sobre la
sudorosa cabeza y el ardiente rostro de la semi-bestia.
-¿No escuchas sus latidos?- Me preguntó
con una torva sonrisa, incorporándose entre frenéticos temblores.- Bum-bum … bum-bum-bum
… bumbumbumbum … bumbumbumbumbum
Fue caminando pausadamente alrededor
del montículo, sin dejar de imitar el sonido de aquel corazón: Primero lento y
mesurado, luego rápido y nervioso, y por último tan frenético que pareciera que
fuera a estallar en cualquier momento.
-Viene de allí.- Anunció victoriosa,
olisqueando el ambiente con deleite.
Sinceramente, no sabía qué hacer. Por
mucho que le hablara e intentara convencer de que me dejara cambiarle la venda
mientras comía algo, ella seguía obstinada en buscar aquello que sólo ella
podía captar.
Era como si estuviéramos en dos mundos
totalmente diferentes.
-Aulladora…
Pero me interrumpí cuando súbitamente
sentí bajo mis pies un gran temblor, que hacía que todo a nuestro alrededor
amenazara con derrumbarse.
-Por fin llega.
Aquella aterradora criatura arrancaba
los árboles con sus cuernos y aplastaba las rocas bajo sus pezuñas como si
fueran simple barro. Se trataba de un Crigui.
-¡Huid!- Gritó de pronto un joven campesino,
que corría despavorido por delante de la bestia. Era tan pequeño a su lado que
nos había pasado totalmente desapercibido.
Sin dudarlo ni un instante Kitty y yo
la obedecimos, encontrándonos en una delirante carrera por salvar nuestras
junto al muchacho. Pero la irreconocible narradora tenía otros planes.
-¡Aquí me tienes!- Exclamó con un
potente aullido, deshaciéndose eufórica de la capa.
Ni
siquiera los Fatuos eran tan feroces.
Desplazándose a cuatro patas con
aquella asombrosa velocidad, saltó contra la yugular del Crigui dispuesta a
clavarle las afiladas y grotescas garras de su mano derecha. Al principio el
animal no sintió nada, creyendo que sería una molesta mosca, por lo que
Aulladora no tardó en idear algo para llamar su atención: sujeta fuertemente a
su grisácea piel a través de sus garras, comenzó a golpearle insistentemente el
ojo con el muñón, ignorando el desgarrador dolor que se estaba infringiendo a sí
misma hasta el punto de abrirse la herida.
Finalmente el Crigui detuvo su marcha,
intentando por todos los medios quitarse de encima aquella odiosa criatura.
-¿Es vuestra amiga?- Me preguntó el
campesino, oculto con nosotras tras las rocas.
-No lo sé.
Sin dejar de sonreír ante la
indescriptible excitación que sentía, Aulladora, en respuesta a los inútiles
saltos y cabeceos de la bestia, comenzó a despedazarle con sus afilados
colmillos. En el momento en que saboreó su carne y su sangre solo un autentico
depredador podría saber hasta qué punto se sintió pletórica y completa, al
tener a una presa entre sus fauces.
Aprovechando aquel segundo de
distracción el Crigui la golpeó con su cola, lanzándola brutalmente al suelo.
Aquella criatura que se hallaba en el
suelo y amenazaba entre airados rugidos a su presa, no era mi amiga. Aunque
tuviera una figura humanoide, no tenía absolutamente nada de humano.
Su piel se había vuelto tan dura e
impenetrable como la de un cocodrilo, tan oscura como la noche, a lo largo de
la cual (incluido su rostro) había repartidas cientos de irrompibles púas. Sus
garras eran largas y puntiagudas como espinas, y ojos completamente dilatados y
rojos como la sangre que manaba de su miembro amputado. Pero lo que me daba más
miedo eran sus afilados colmillos que sobresalían de su boca, dándole un
aspecto aún más aterrador.
Con un nuevo rugido se abalanzó contra
su presa, pero esta vez con una agilidad que superaba a la cualquier animal que
conociera. Esquivando con suma facilidad la cola del Crigui, escaló su
gigantesco cuerpo a través de sus fauces, dirigiéndose hacia la herida que le
había hecho hacía escasos minutos.
-No mires.- Le ordené, obligándola a
apoyar su rostro contra mi pecho.-No mires.
Era repugnante… era una masacre.
Abriéndose paso a dentelladas, fue
introduciéndose en la herida entre los agónicos berridos del animal. No dejaba
de zarandear la cabeza, de chocarla furioso contra los árboles, el suelo y las
rocas, intentando desesperadamente deshacerse de aquella criatura que lo estaba
devorando por dentro.
-Es un demonio… esa cosa es un
demonio.- Tartamudeó el campesino, intentando controlar las náuseas que le
estaba produciendo la escena.
Finalmente, la depredadora salió por el
otro lado de la sien del Crigui, quien cayó estruendosamente contra el suelo.
Durante unos segundos de pie, la que
antes había sido Aulladora, se quedó admirando su presa. La imagen que
presentaba era como la peor pesadilla del infierno: se encontraba empapada
completamente de sangre, que corría abundante y fresca por sus brazos, goteando
al suelo; junto a trozos de tendones, venas, y tejido cerebral.
Con un aullido triunfal, a cuatro patas
se desplazó hacia el Crigui y comenzó a devorarlo. Era su presa, su comida… era
suyo y de nadie más.
-¡¿A dónde vas?!- Exclamó el campesino
al ver que salía de nuestro escondite, y me dirigía con paso decidido hacia la
depredadora.
-Cuida de Kitty.- Me limité a responder
contundente, posicionando la mano sobre mi pistola, preparada para lo que
pudiera pasar.-Aulladora.
Ante mi llamada, la criatura se volvió
hacia mí.
No era ella, lo sabía, lo veía en su
frenética mirada. Pero tenía que intentarlo, hacer que, de alguna forma,
volviera a ser la narradora entrometida, que siente la imperiosa necesidad de
salvar a los demás.
-¡¡¡¡¡¡¡Largoooooooo!!!!!!!
Hi, hi! ¡Ha sido genial, como de costumbre! Me pregunto qué es lo que te estarás guardando para más adelante porque no paras de sacar situaciones excitantes y que marcan un antes y un después en la historia. ¡Estoy que echo ascuas! >_<
ResponderEliminar¡Sigue así! Espero impaciente para el siguiente mes el capítulo que continúa a este. :3